lunes, 22 de abril de 2013

Cuerda de la parada

          Cuerda de la Parada
      
                     Un gigante muy generoso



        El pino piñonero proporciona, con toda generosidad, abrigo y comida a una multitud de huéspedes. Los insectos perforan su madera o buscan refugio bajo su densa corteza; los pitos y el trepador azul anidan en el desnudo tronco; el herrerillo capuchino prefiere su copa aparasolada, que comparte con la ardilla. Hasta el ser humano ha sabido explotar las virtudes medicinales de su savia y el valor nutritivo de sus piñones.











        Para casi toda la grupeta era la primera vez que se las iba a ver con la media montaña, todo un reto por lo cual se notaba algo en el ambiente, había digamos... una calma chicha. Y es que no en vano  teníamos por delante una subida de catorce kilómetros con algún descansillo, pero con dificultades del diez y el doce por ciento de desnivel y en algunos tramos hasta el veinte. Tras unos cientos de metros por el arcén, de seguida empezó el baile, alguno me reconoció al terminar que esta primera rampa estuvo apunto de bajarse, pero mas por miedo a lo nunca hecho, que por lo duro del desnivel, que también.
      Seguimos por las faldas de la Cuerda de la Parada, con unas vistas inmejorables sobre la cuenca  media del río Alberche y las estribaciones de la sierra de Gredos.
     Pasados ya los primeros miedos, rampones y curvas de herradura, llegamos a un falso llano donde nos encontramos con una parada vacas aviléñas, que yo ya conocía de rodar por estos lares pero quien no lo sabe, al ser tan finas de piel y cabos parecían autenticas miuras. Hubo cierto acojone al tener que pasar tan cerca y la desconfianza de que no fuesen mansas, pero para dar fe de ello Pablo el ¨dino¨ , ultimo en pasar, nos hizo una demostración de toreria a caballo sobre su bici, citándola al mas puro estilo Alvaro Domecq.


      Cruzamos el GR 10,  últimos tres kilómetros de subida con algún tramo al 20%,  estábamos en el punto más alto del recorrido, a 1090 metros de altitud, parada merecida para disfrutar de las vistas y reponer fuerzas.











       Con más de 17 kms hasta el final, empezamos a disfrutar de unas bajadas  tan largas, que los repechos se pasaban apenas con la inercia y el gozar de rodar por entre estos árboles centenarios.


       
       Con un golpe de vista hacia nuestra derecha, podemos ver como se abre ante nuestros ojos el pantano de San Juan, popularmente llamado desde tiempos la playa de Madrid.










     Últimas curvas de bajada, donde si alguno tiró de frenos durante la mañana, se tiró sin miedo para soltar la adrenalina acumulada durante la ruta, suave zigzagueo hasta dar con el punto de partida que también lo fue de llegada.

    Espero que hayáis disfrutado de la lectura, las fotos y vídeos, como yo redactando lo que ha sido uno de mis mejores días en este gran club; por cierto , este soy yo, hasta la próxima amigos.

1 comentario:

  1. Juer, si que habéis subido alto, parece que las pistas de bajada os las hubieran hecho en exclusiva para vosotros. Son zonas muy bonitas también las de este recorrido que habéis hecho.

    Lo mejor sin duda, el avituallamiento...

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