Tercero de los días y el mas duro sin duda, no de este periplo, el reto mas duro que he subido con bici, 67 kms durísimos, desniveles terroríficos y unas vistas espectaculares.
Si El Bierzo es el "paraíso del ciclismo de montaña", esta ascensión constituye "El Árbol del Bien y del Mal", en el centro mismo del Edén y es que sitúa a cualquiera que se atreva con sus rampas ante un reto de enorme envergadura que le va a llevar a reconocer en pocos kilómetros la bondad o maldad de su forma física.La estación invernal El Morredero a sido en alguna ocasión final de etapa de La Vuelta Ciclista a España, con lo que ha librado a los gigantes de la ruta de un sobresfuerzo añadido de otros 10 kms más.Si es verdad, como apuntan, que el nombre viene de "moridero" nunca un puerto tuvo una denominación más apropiada y si a esto añadimos el nombre del siguiente collado, los Portillinos, parece que ya nos encontramos ante las mismas "puertas" del cielo, tras haber fallecido en el intento.
Los primeros 5 kms, me van a venir que ni pintados para afinar las piernas hasta que, junto a la iglesia de Barrios, empieza mi padecer. Le dedico una pequeña oración a su titular y a todos los santos para que me ayuden a afrontar los siguientes 3 kms, con rampas que llegan hasta un 17 % y un tramo que se hace eterno a un 12 % mantenido. Llego después a una zona amesetada que me va a permitir recuperar las fuerzas durante otros tres mil metros más hasta hallarme frente a una nueva rampa al 13 %, que me va a dejar a las puertas mismas del precioso pueblo de San Cristobal de Valdueza. Este santo patrono de los viajeros, va a ser mi compañero de ruta hasta la cima. Nada más abandonar la citada localidad inicio un nuevo tramo mortal con rampas al 14 % en sus algo más de 2 kms. Un nuevo collado, tras dejar a la izquierda el cruce a la perdida población de Bouzas, me va a dar la bienvenida con una antena que me a servido de referencia. Aún debere de superar dos mil metros al 7 % antes de alcanzar la primera zona de descanso autentico, aunque engañoso, porque sus descensos sólo sirven para enfriar los músculos que siguen enfrentándose a una rampa tras otra, aunque la pendiente media de esos kilómetros refleje cifras inapreciables. Abajo a mi izquierda y en lo profundo del barranco, los habitantes de Bouzas parecen vivir alejados del mundo. Otros 3 kms más con sus correspondientes rampas me llevan a la Estación Invernal de El Morredero, que se deja a la derecha. Un breve descenso hasta el fondo de una vaguada me pone en el inicio de un nuevo tramo que culmina con un tramo durísimo que remonta la pared del collado de Los Portillinos, al que se accede tras una herradura derecha y una carretera de trazado retilíneo y rampas impresionantes. Las fotos de rigor me sirven de justificación para recuperar el aliento porque aún debo seguir cresteando durante los últimos 6 kms de tramos descendientes y pequeñas ascensiones hasta la última y definitiva que nos lleva al punto culminante de la ascensión y que para mi desilusión no tiene cartel señalizador ni ningún nombre reconocido, pero si se que estoy a unos impresionantes casi dos mil metros de altitud. Tras disfrutar de las vistas y reponer fuerzas, comienzo un descenso que a ratos me deja los dedos adormilados de frenar durante tantos kilómetros, y traerme de vuelta a Ponferrada después de tener la certeza de no haber subido nunca nada tan duro y tal alto.
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